PRECIOSO TESORO EL RÍO GUADIANA PARA LA PROVINCIA DE BADAJOZ

Desde la prehistoria, el río Guadiana y sus afluentes han discurrido por una de las vegas más fértiles y extensas en superficie y calidad de toda la geografía española.

De todos es conocido que sin agua no hay vida ni progreso, ni forma de subsistir para la raza humana, animal o de cualquier especie.

Estas Vegas del Guadiana, altas y bajas, y con mucha superficie, son bañadas por un río gracias al cual, con la obra de sus presas y su capacidad de embasar agua, no tendríamos problema para el riego de todo el Plan Badajoz, salvo en algún periodo prolongado de sequias.

Antes de que se empezaran las obras de la presa del Cíjara, este caudal de agua iba al mar sin haber dejado provecho a su paso por la provincia de Badajoz. En épocas de lluvias, las fuertes riadas, antes de construirse los pantanos y poder regular el caudal del río, producían fuertes inundaciones que hacían mucho daño para todos los cultivos de la vega para, a los pocos días, ver pasar un caudal pobre de agua que se podía vadear por algunos puntos del río.

Recordemos, siglos atrás, los gobernantes de turno y los proyectos que durante siglos elaboraron pero ninguno salía a flote, tal vez por la pobre economía de la época. 

Desde siempre, el río Guadiana y el Plan Badajoz, tanto monta, monta tanto, no podemos separarlos por la labor que ambos en común desarrollan.

Recordemos la historia de siglos pasados en 1864 y en 1871 ya aquellos gobiernos de la época después, la Primera Republica y en la Segunda República ya en el año 1932, empezaron las obras del muro del pantano del Cíjara que fue la primera obra hidráulica que se hizo en el río Guadiana. Este muro tiene 64 metros de alto y una capacidad de embalse de 1.080 millones de metros cúbicos de agua. El coste de la obra fue de 7 millones de pesetas de aquellos años.

Como dato curioso, diré que en algunas ocasiones oí comentar a mi padre que sobre los años 1942 al 1944 desde la estación de ferrocarril de Castuera, con el carro y las mulas transportaban hierros para la construcción del pantano del Cíjara por unos caminos muy malos y que era penoso llegar al punto de destino.

El que aporta estos datos, Juan Domínguez Núñez, desde la edad de 13 años y desde el año 1948, he vivido un poco relacionado con el Guadiana por ser uno de los primeros colonizadores que empezaron la repoblación del Plan Badajoz.

Aquellos primeros años el río Guadiana, por el año 1948, estaba virgen. Estaba poblado de un arbusto llamado atarfe en gran cantidad, el cual, como no teníamos otros medios de calentarnos ni butano ni calefacción de ningún tipo, hizo muy buena labor social para los primeros colonos.

Vamos a recordar profesiones relacionadas con el río Guadiana hoy ya desaparecidas:

Una muy importante era la de los pescadores, que en aquellos años todavía no muy lejanos, los años de la postguerra, había escasez de muchos productos alimenticios y de todo tipo. Estos sufridos profesionales además de alimentar a sus familias hacían una importante labor social vendiendo todos los días el pescado, que capturaban por la noche anterior, a los vecinos de la zona.

Me viene a la memoria el nombre de un pescador, que no siendo a excepción de días de crecidas del río Guadiana, vivían junto al cauce del río en un chozo como el de los pastores. El matrimonio y sus nueve hijos, cinco hembras y cuatro varones, todos ayudaban en las tareas relacionadas con el trabajo de la pesca y también disponían de gallinas y cerdos para cubrir un poco las necesidades de la familia. Este señor se llamaba Alonso Mendoza Morán, conocido en Puebla de la Calzada con el apodo de “El Escama”. En épocas anteriores era muy corriente poner apodos a las personas en el pueblo de origen.

Además de esta familia, había muchas en todo el recorrido del río Guadiana que también vivían de su profesión de pescadores. Un trabajo de mucho peligro y  sacrificio para estos profesionales que vivían con su familia junto al cauce del río.

Recordemos otra profesión que ya queda muy lejana en el tiempo y que el agua del río Guadiana era la fuerza motriz para hacer que los molinos que existían en las orillas del río, a ciertas distancias casi por todo el río, para poder moler los cereales antes de que disfrutáramos de las fábricas harineras. Todavía hoy podemos contemplar, ya derruidos por los años, algunos de estos molinos que más bien podíamos catalogar como una pieza de museo.

Recuerdos de anécdotas y vivencias que oí contar a personas mayores de cosas y casos que ellos presenciaron del río Guadiana:


En épocas de fuertes lluvias, como en esta zona, que yo conozco, Mérida a Badajoz, en el río Guadiana desaguan muchos afluentes, unos con más caudal y otros con menos. Sucedía que en esta inmensa llanura, al ser el caudal del Guadiana más fuerte, no daba entrada al agua de los afluentes y se formaba un mal de agua de retroceso tan grande que en Puebla de la Calzada, en alguna ocasión, llegaron hasta el cementerio en barca. Hoy día con la regulación del agua con los pantanos esto no sucede.

De este nuestro río Guadiana tendríamos muchas cosas que contar, desde que juega al escondite en los llamados Ojos del Guadiana hasta su desembocadura en el mar, mención aparte del uso que los romanos hicieron del Guadiana, según hemos podido ir descubriendo por asentamientos romanos siempre cerca del río buscando el caudal del agua, como es el asentamiento romano de Torre Águila en Barbaño.

También hemos podido ver, cuando las grandes maquinas nivelaban la tierra para las parcelas, descubrir asentamientos y fósiles de los romanos, pero siempre muy próximos al río Guadiana, para poder disponer de este preciado líquido: el agua.

Tengo recuerdos de antes de que empezaran la construcción de las obras del Plan Badajoz cuando íbamos con las vacas a pastar a las márgenes del río Guadiana y teníamos sed, bebíamos del agua del río que corría sin ninguna clase de contaminación.

No es el caso actual, que aunque los ayuntamientos instalan depuradoras para que el agua vaya al río lo más pura posible, no se consiguen los resultados que todos desearíamos para la pureza de este nuestro río Guadiana.

Voy a contar cosas de las que yo personalmente he sido testigo, casos que aunque puedan pertenecer a la prehistoria siempre relacionadas con el río Guadiana. A una distancia del cauce actual del río de cuatro a seis kilómetros de distancia, en la década de los años 80, debido a la fuerte sequía en toda la zona de riego y a lo largo y ancho del río Guadiana, los agricultores hicieron multitud de pozos para salvar las cosechas de la pertinaz sequía. Yo fui testigo y vi hacer varios pozos, yo también hice algunos. Entre unos pozos y otros había una distancia de cuatro a seis kilómetros. En estos pozos afluía el agua a una profundidad de entre seis y ocho metros, siempre con arena y rollos algunos de color completamente negros, cosa que a esta profundidad me llamaba a mucha curiosidad ver como salían piedras con ese color negro.

Otra cosa que me ha hecho pensar mucho sobre el río Guadiana es que además de estas piedras negras, mezcladas con ellas, también salían conchas de almejas y mejillones y esto, ya en mi opinión, es que se desborda la imaginación humana, me hace pensar en cómo es posible que a una distancia de seis u ocho kilómetros del actual cauce del río Guadiana, y a ocho metros de profundidad, hoy podamos sacar a la luz estos vestigios claros de que en la prehistoria el río Guadiana pudo ocupar toda la vega del actual Plan Badajoz.

Mi profesión es agricultor y todos estos datos que apunto en estas líneas los he vivido y he pensado mucho sobre estas conchas y estos rollos. A mí estas cosas, como soy muy observador, me han llamado mucho la atención estos datos, pues creo que no los encontraremos hoy día en los libros de historia.

Otro caso que me ha hecho reflexionar mucho es que, cuando hacíamos los pozos a mano o con máquina, cuando ya profundizábamos siete u ocho metros, se terminaba la grava y la arena, con lo cual aparecía el caudal de agua. Pero lo más curioso es que aparecía a esa profundidad una tierra arcillosa y muy dura que hasta a las máquinas costaba trabajo perforar. Este dato es muy curioso, porque parecía que el río Guadiana, en aquellos días tan lejanos antes de su creación, debajo de grava y arena quiso poner esta capa de tierra tan dura como el hormigón por todas las zonas que en aquella fecha tan lejana en el tiempo toda la vega fuese el río Guadiana.

Mucho se podría decir del Guadiana durante todo su recorrido, pero a mí personalmente lo que más me intriga son estos vestigios de posible vida y que hemos sacado a la superficie cuando hemos perforado a profundidades entre seis y ocho metros. Y esto no se puede saber ni descubrir si no haces un pozo o un cimiento.

Para mí lo de los rollos negros y las conchas de almejas y mejillones serían cosa de hacer un estudio.

Juan Domínguez, mayo de 2012.

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